Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

martes, enero 03, 2012

Una pareja disfuncional (Omar Livano)


Cuando Vanesa y Néstor llegaban a la cama el silencio se hacia un cómplice indispensable. No era precisamente que Néstor no le dirigiese la palabra a Vanesa, o viceversa. Era más bien que cada uno estaba enfrascado en algo que era tan personal —como compartido— y para lo que el ruido no era necesario.

“Néstor, Néstor, mi adorado Néstor”, pensaba ella cuando lo veía arrastrar el lapicero por aquel cuaderno que siempre llevó él consigo desde mucho antes que la conociera. Él aprovechaba cada segundo sin sueño para escribir poemas, que evadían la rima y solían tener un ritmo muy pausado.

Esa noche Vanesa releía por segunda vez los cien años de soledad de García Márquez en una edición de Oveja Negra que Néstor le había regalado por su cumpleaños.

—Otra vez cien años de soledad —le decía Néstor a pesar de ser un regalo suyo.
—Sí, para que sean doscientos —Jocosa, Vanesa se acomodaba el moño. Su cabello caía lacio sobre sus hombros. Los juntaba con minucia y los dejaba bien sujetos a una cola— ¿puedo leer alguno de tus originales poemas esta noche?

 Su cabello no era tan largo, y siempre un mechón lograba escapar de la cola. Se dejaba caer acariciando parte de sus pestañas y su mejía izquierda.

             —No te burles —le decía Néstor, entonces cerraba su cuaderno por un momento y la  miraba con una sensación de molestia que no llegaba al rencor.

Vanesa se acomodaba el mechón por detrás de la oreja y continuaba su lectura, estirando los pies lo más que se pueda, hasta encontrar en ese ejercicio algún tipo de placer.

             —Escucha —le decía Néstor a Vanesa— escucha bien lo que te voy a leer.
              —Ya —le respondía ella con una curiosidad que flotaba en su silencio repentino.

Seré sencillo y breve. No te quitare mucho tiempo.
Sé que debes correr y empotrar tus besos
Seré sencillo y breve.
Sé que tu marido (des)espera en casa
Seré breve.
Sé que de nada servirá.
Seré.
…o tal vez ya fui.
No te vayas. Por favor, no.
Seré sencillo y breve.  No te vayas. No te quitare mucho tiempo.

           —¿Qué tal? —continuo él.
            —Bonito.

La noche estaba agazapada en cada objeto de la habitación. La cama rechinaba cada vez que Vanesa buscaba una nueva posición para su lectura. Néstor percibía un olor como a humedad que destilaban los pocos muebles de la casa.

            —¿Sólo bonito? —insistió Néstor.
—Bueno, qué quieres que te diga —continuo Vanesa sarcástica— me gusto. Me gusto mucho.
—Siempre te burlas de mis poemas y cuando te leo alguno, sólo me dices que está bonito, ¿nada más?

Vanesa pensó en decirle la verdad, pero ya era demasiado tarde. Néstor ya se había enojado.

            —No entiendo por qué te pones así —le dijo ella para tratar de calmarlo.
—Me pongo así porque te la pasas leyendo y nunca escribes. Pero siempre te das maña para criticarme —Néstor se enojo más— y encima me mientes y me dices que te pareció bonito y lo dices de una forma... que más parece que no quieres decir nada.

Vanesa está a punto de reventar.

—Ya está bien —responde Vanesa, se tranquiliza un poco y continua— tu poema no me gusta porque es una copia de un poema escrito por Omar Livano.
—Y ¿quién es Omar Livano?
—¿Cómo que quién es Omar Livano? —con resignación terminó por decirle— eso pasa por solamente andar escribiendo todo el día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no entiendo el final

Anónimo dijo...

jajja que pendejo ese Omar.. a mí si me gusto


jaja ptmr...