Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

jueves, septiembre 29, 2011

Semblante de jueves: " Los pasos de una revolución"

Se abrió una puerta y Simone de Beauvoir y yo entramos: la impresión desapareció. Un oficial rebelde, cubierto con una boina, me esperaba: tenía barba y los cabellos largos como los soldados del vestíbulo, pero su rostro terso y dispuesto, me parecio matinal. Era Guevara.
¿Salía de la ducha? ¿Por qué no?. Lo cierto es que había empezado a trabajar muy temprano la víspera, almorzando y comido en su despacho, recibido a visitantes y que esperaba recibir a otros después de mí. Oí que la puerta se cerraba a mi espalda y perdí a la vez el recuerdo de mi viejo cansancio y la noción de la hora. En aquel despacho no entra la noche: en aquellos hombres en plena vigilia, al mejor de ellos, dormir no les parece una necesidad natural sino una rutina de la cual se han librado más o menos.
No sé cuándo descansan Guevara y sus compañeros. Supongo que depende: el rendimiento decide; si baja, se detienen. Pero de todas maneras, ya que buscan en sus vidas horas baldías, es normal que primero las arranquen a los latifundios del sueño.
Imaginen un trabajo continuo, que comprende tres turnos de ocho horas, pero que desde hace catorce meses es realizado por un solo equipo: he ahí el ideal que casi han alcanzado aquellos jóvenes. En 1960, en Cuba, las noches son blancas: todavía se las distingue de los días; pero es sólo por cortesía y por consideración al visitante extranjero.
Pero a pesar de sus extremadas consideraciones, no podían menos que reducir al mínimo estricto las horas imbéciles que yo dedicaba al sueño: acostado muy tarde, me hacían levantar muy temprano. Yo no lo sentía: al contrario, con frecuencia me contrariaba, por tardía que fuera la hora, irme a dormir cuando ellos todavía velaban aunque se hubiesen levantado temprano; por saber que me habían precedido varias horas. Y es que era imposible vivir en aquella isla sin participar de la tensión unánime
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